lunes, 2 de agosto de 2010

REFLEXIONES SOBRE EL MINISTERIO DE CULTURA

“Una cultura es la configuración de la conducta aprendida y de los resultados de la conducta, cuyos elementos comparten y transmiten los miembros de una sociedad”.

(Ralph Linton-“The Cultural Backround of Personality”, 1945, D. Appleton-Century C., Londres)

Pese al anuncio del propósito, a todos ha sorprendido la creación de un nuevo ministerio, el de la cultura, en respuesta a un proyecto que ha sufrido modificaciones de último momento surgidas del mercadeo político y no del análisis y debate necesarios.

En un plazo muy breve, el Ministerio de Economía deberá generar un plan de estructura y gestión, para lo que, en la práctica, es una colcha de retazos institucionales. Otro punto de esencial interés, soslayado en todos los tonos, es el del indispensable presupuesto que alimente los propósitos expuestos y eche a andar una maquinaria, hasta ahora, desconocida.

Si existía alguna esperanza al respecto, la ausencia casi total del tema, del discurso presidencial en el Congreso, aumenta las sospechas pesimistas.

La urgencia, tantas veces exigida y pospuesta, para una reforma integral del Estado, caracterizado por su lentitud, ineficiencia y falta de meritocracia, se extenderá, entonces, al nuevo organismo que se crea ahora, a imagen y semejanza de lo existente.

Grave descuido es la no inclusión de la ciencia y tecnología, en este nuevo ente que debería liderar la promoción de la creatividad en todos sus aspectos.

Creo que Marco Sifuentes, en su columna de días atrás, lo ha dicho con acierto:

“Evidentemente, el Ministerio de Cultura ha sido creado con muy buenas intenciones, pero sin la intervención de expertos en gestión pública. Finalmente, los intereses políticos negociaron entre sí y nos dejaron un Frankestein de buen corazón, pero cuya torpeza será tristemente evidente conforme empiece a dar los primeros pasos”.

Pero no solo se debe exigir al Gobierno Central atención a la promoción y apoyo cultural.

Hasta el momento, ningún candidato a los gobiernos municipales ha manifestado proyecto alguno referido a lo cultural. Se habla, brevemente, de algún tema relacionado con lo educativo, pero debe entenderse que la educación es instrumento de la cultura (aquí sugiero releer la cita del comienzo).

Es en los núcleos municipales donde debiera realizarse una tarea activa y cohesionadora. Y ninguno de los candidatos parece interesarse en el tema. Seguramente porque la política prima sobre el interés por la mejora de la calidad de vida del ciudadano.

Mientras tengamos autoridades edilicias como la que ha destrozado el Paseo de los Héroes Navales y ahora el Paseo Colón, o que impida la creación de un museo con una obstinación digna de mejor causa, o que destruya un malecón tradicional sin justificación alguna, entre varios de los esperpentos que nos toca soportar, desamparados e impotentes, no podremos alentar muchas esperanzas.

En cuanto al nuevo ministerio, no será una personalidad relevante en su quehacer personal, el seguro para llevar adelante el emprendimiento, si no se le provee de un presupuesto adecuado y generoso y, sobre todo, un equipo humano altamente calificado. Todo ello ceñido a una reglamentación que se aparte de los vicios y defectos de la burocracia tradicional, atendiendo con inteligencia comprensiva el alcance de sus metas tan complejas.

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